En el Climbing House no paramos de trabajar y ahora le ha tocado el turno al rocódromo, ¡que no podía faltar en un albergue para escaladores! Así que ya no tenemos excusa para decir que no tenemos tiempo para entrenar, ¡¡simplemente tenemos que salir al jardín!!
Mucho tiempo pasamos discutiendo sobre cómo debía ser, dónde colocarlo, qué desplome debería tener,… Tras largas horas de debate y de diseño decidimos colocarlo en la fachada trasera, junto a la nueva casita del jardín, y comenzamos con los preparativos para nuestro nuevo «juguete»…
La estructura metálica del rocódromo nos la hizo Juan (el carpintero y cerrajero del pueblo) en su taller. Menuda sorpresa nos llevamos cuando fuimos por allí una semana antes de lo previsto y ya la tenía terminada. ¡Gracias Juan por el buen trabajo realizado!
Llevar la estructura hasta nuestro jardín fue otra larga historia…pero hicieron «magia» y en un abrir y cerrar de ojos ya la teníamos en casa.
¡Y empezó el montaje! Estábamos entusiasmados viendo cómo se materializaban nuestras ideas… Un paso más en el largo camino que estamos recorriendo, ¡pero un gran paso adelante!
No podíamos esperar para probarlo… ¡así que nos pusimos a trepar por donde pudimos!
Ahora tocaba cubrir el esqueleto y acabar de darle forma: cortar, nivelar, fijar, pintar…
Y por fin llegó el momento de comenzar a ponerle presas y lo más divertido: ¡empezar a probarlo!
Y ahí estuvimos proponiendo problemas y escalándolos, de día… ¡y de noche!
¿A qué esperas para probarlo????? ¡Te esperamos en nuestro jardín con una cerveza bien fría!